En los años ochenta, la Comisión Brundtland (1987) de Naciones Unidas, investigó y presentó el informe “Nuestro Futuro Común” en el que señala la necesidad de comprender los problemas ambientales vinculándolos con los modelos de desarrollo económico, y como resultado, propone el Modelo de Desarrollo Sustentable.

Para lograr el desarrollo sustentable, entendido como un modelo que contemple la propiedad social de los recursos naturales y el proceso productivo determinado por la característica finita de los mismos, es sumamente importante integrar una cultura de participación, además de la formación de valores y hábitos, los cuales pueden lograrse a través de la educación y la comunicación o divulgación ambiental.

En el año 2005, el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en convenio con el Gobierno del Estado de Nuevo León, puso en marcha el “Programa de Educación Ambiental, Capacitación para el Desarrollo Sustentable y Comunicación Educativa”. Adicionalmente, se integró un equipo de trabajo interdisciplinario e interinstitucional para elaborar un diagnóstico de la educación ambiental en la entidad. El diagnóstico referido considera la comunicación educativa como un factor reactor en la conformación de una cultura ambiental participativa y afirma que los medios masivos de comunicación son un elemento importante en la formación de valores y pautas de comportamiento. Por lo tanto, es imprescindible la necesidad de aprovechar el apego y el impacto de los medios masivos para impulsar la educación ambiental.

En dicho diagnóstico se detectaron algunas deficiencias en el tratamiento que dan los medios de comunicación locales a los temas ambientales, entre ellos:

• Desinterés de los mismos para la apertura de espacios dedicados a la educación ambiental.
• Lenguaje técnico erróneo deficiente y uso de conceptos equivocados.
• Descalificación de la información gubernamental y no gubernamental sobre la temática.

La función principal del comunicador – educador consiste en propiciar ese lenguaje común, identificar las necesidades e intereses, orientar la problematización de los contenidos, propiciar el diálogo, orientar hacia las acciones transformadoras, y seleccionar y aplicar los elementos motivadores al presentar el tema a través de los medios de comunicación que se encuentren en uso.

El cambio de comportamiento y actitudes hacia la naturaleza y hacia los demás seres humanos será el resultado de una educación ambiental eficiente. También se reflejará en la creación de políticas públicas que aseguren una mejor calidad de vida para todos; es aquí donde entra el concepto de racionalidad sustentable, aplicada hacia la organización de la producción y la economía.

La educación ambiental debe contar con las siguientes características:

• Tener una visión integral de la problemática ambiental, reconociendo causas, consecuencias y soluciones.
• Ser un proceso planificado, utilizando estrategias pedagógicas constructivistas.
• Atender las necesidades, intereses y cultura de las personas a quienes va dirigida. Partir de su contexto, de los problemas ambientales que viven, de sus experiencias y valores.
• Fomentar la participación ciudadana y el trabajo cooperativo entre personas e instituciones.
• Incluir un sentido de concientización, donde se comprometa a la acción y solución de problemas.
• Permitir el adecuar el lenguaje técnico a las características y contexto de formación de los participantes y, que didácticamente se genere material atractivo y detonante hacia la acción en beneficio de la naturaleza y de todos.

En el contexto moderno, donde la información se encuentra al alcance de una serie de clics, es necesario trabajar, además de la mejora de estrategias para la educación formal, en la mejora del acceso a la información y en el proceso de educación ambiental a través de los medios de comunicación.

Nuevo León es un estado industrial en la República Mexicana que se caracteriza por tener graves problemas de índole ambiental, como por ejemplo: la contaminación atmosférica, los depósitos clandestinos o irregulares de residuos sólidos urbanos y la violación de estatus de áreas protegidas para uso mercantil.

La educación ambiental tiene en este sentido, parte del quehacer general enfocado a resolver esta problemática, integrando tanto la educación formal como la no formal.

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